La mañana elevo tu cuerpo entre el marfil del vestido. Tan blanca, tan frágil. Largas horas observando los movimientos de tus dedos, tu espalda pequeñísima, el lunar en tu cuello. No puedo detenerme, la hermosura me besa los ojos. Te quiero en mis brazos. Te quiero con ese perfume a piel húmeda. Bailemos como en el Renacimiento, hagamos de nuestro baile un ritual. Injuriemos en el nombre del señor, amén. Bebamos nuestros cuerpos, amén.