las esperanzas te degollan,
cuelgan tu cabeza sobre el estante.
Y ahí la ves, pávida e incoherente,
deseando desaparecer pero viva aún.
Qué más extraño que este flujo de situaciones
que se nos acontecen!
Sin dar previo aviso atacan como lobos feroces.
Enérgicos y cautelosos,
dan sobre el lugar exacto, el momento adecuado
donde uno no puede defenderse ni dar ataque.
Sólo asentamos con la cabeza, y dejamos fluir
esa gran masa negra.
Qué extraño este mundo,
cada día un poco más sobre la línea,
cada día un poco más afuera.