Te andaba buscando por la calle,
recorriendo plazas,
abriendo puertas,
escribiendo cuadernos.
Te andaba buscando en las tardes,
cuando los pájaros se posan en la ventana,
y una multitud vuelve a sus placeres.
Te andaba buscando también en las canciones,
y una melodía azul coloreandome la voz.
Te busqué dentro del placard,
para ver si seguiamos jugando
y te olvidaste.
Pero no estabas ni en la calle, ni en las tardes,
ni en las canciones ni en el placard.
No estabas en ningún sitio.
Ahora busco tus transparencias,
lo invisile, y lo encuentro en todo lugar.
Porque allí es donde vives,
como un fantasma
y me envuelves como a una flor.
Pues allí es donde somos uno,
y tu forma se amolda a la mía.
Y tus labios
se amoldan a los míos.
y es en ese instante, infimo e irrevocable,
es cuando te encuentro,
y el Universo vuelve a restaurar su sentido sobre mi.
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