lunes, 15 de noviembre de 2010

Velo y azucenas.

Antes del amanecer,
Un deseo:
Le pedí que viniera.
Le pedí que se acercará a mí,
Que me acariciara el pecho.

En un instante donde el tiempo se entorpece.
Donde un aura blanca lo baña todo:
Los prados, las flores y lo que queda de la noche.
En tanto, los caballos ciegos corren,
Desmedidos, llorando su destino.
La hora en la que la niebla me abarca,
En la que mis brazos se alzan hacía la nada
En busca de un cuerpo al cual amar.

Si tan sólo su mano me cubriera entera,
Si pudiera sentir mi cuerpo mínimo,
Leve, sin dolor.
¡Si tan sólo se diera ese milagro
En la hora célebre!
Pues antes de que amanezca,
Me entrego
entre velos y azucenas.

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