Un viento manso azota la ventana
mientras obnubilada mira los restos de la marea.
Fuerza peregrina a la que se alza en la niebla:
ella mira por la ventana porque tiene los ojos abiertos.
Niebla, canela y sabor a sal.
Una mano en la falda, un apretón de muslos.
Ella mira por la ventana porque recuerda.
Si el frágil movimiento de su melena contra el vidrio
crujiera tanto con el recuerdo,
no dolería el cielo como lo hace.
Un apretón de muslos.
Diez pasos por el puerto.
Ella mira por la ventana porque piensa
que allí, el sol no ha muerto.
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