jueves, 27 de diciembre de 2007

Respiro.

Abro los ojos y estoy viva, respiro. Suavemente la luz del sol ingresa por la ventana y se apoya en mi piel, penetra mis poros, se infiltra en mi sangre y me purifica. Me siento tan fresca, tan entera. Las sabanas como si fueran blancas cobras se deslizan desnudándome los muslos. Me levanto y empiezo a deambular por el cuarto. Saco de uno de los cajones de la cómoda un paquete de cigarrillos, me siento de nuevo en la cama y empiezo a fumar. El humo tontamente dibuja figuras en el aire, y ya casi hipnotizada vuelvo a la realidad.
En vano, intento recordar pero no se, no entiendo. Busco intensamente los archivos en mi cabeza, pero no hay nada, esta vació. Los recuerdos son cosas del jamás pasado para mí.
De repente golpean la puerta unos hombres. Abro el picaporte y ellos arrasan con sus miradas. Escupen palabras, pero yo simplemente en mi estado de beatitud me quedo quieta, inmune a sus indagaciones. Con la mirada perdida me fundo en la cama. Ellos siguen, nunca paran, me preguntan ¿Pero que más quieren que les diga? No se quien es Juan. Se habrán equivocado de habitación.
Y mientras mi cigarrillo se consume en el cenicero, me dirigen hacia el baño. El baño, el horror. Tengo que voltear la cara para no vomitar. Un hombre total y completamente mutilado. Su sangre todavía húmeda corre por la bañadera. Pero no puedo reconocer al sujeto. Tendrá entre 30 y 35 años y en su dedo casi imputado hay una sortija. Todos me invaden con sus miradas prejuiciosas y mis manos ya esposadas se niegan. Tengo miedo. No se quienes son ellos, yo sólo soy la brisa del verano.


Abro los ojos y estos viva, estoy viva?





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1 comentario:

B.Schaffner dijo...

A quien has matado hoy mujer?



Me hizo acordar mucho a bukowsky algunas cosas...